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Testimonio: Giobanny Alexander

Un trato indigno: extorsión y robo en Colombia


Mientras recorre la ruta de Neiva hacia Garzón en Colombia, Giobanny maneja a una velocidad alta para llegar a su lugar de destino. La tarde se extiende sobre la cordillera Oriental y el motor de su moto pareciera que va a estallar por el esfuerzo de la aceleración constante. Desde el 2019, Giobanny ha recibido diversas amenazas de parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).


Antes de llegar a Neiva, cerca de un poblado llamado Gigante, una camioneta rebasa a Giobanny, y en medio de una carretera desolada, dicho vehículo se frena cortando el camino de la ruta. Giobanny frena violentamente haciendo que su moto derrape y mientras recupera el equilibrio observa que dos hombres se bajan de la camioneta y se acercan hacia él. En un intento por eludir lo que se imagina que puede suceder, Giobanny intenta acelerar, pero estos hombres lo detienen y lo bajan de su moto: Te dijimos que quitaras la denuncia, Manguera ya está capturado, pero necesitamos que cooperes o no vuelves a ver a nadie, le explicaron a punto de revólver a Giobanny mientras se encontraba en el suelo con el arma en la cabeza.


Giobanny Alexander es un hombre colombiano quien se ha dedicado a la instalación de videocámaras de seguridad en diversos poblados de su país. Dicha actividad ha sido interrumpida constantemente por amenazas de diversos grupos aliados a un traficante apodado “James” o “Manguera”, quien desde hace años se ha dedicado a la extorsión y robo de diversos comerciantes de la región, así como a ganaderos, campesinos y población en general:


Él (Manguera) nos extorsionaba, constantemente nos pedía que le diéramos plata o de lo contrario nos iba a quitar la moto, me la iban a quemar junto con toda la mercancía que yo tenía si no les daba plata. En ese momento, lo que yo cargaba allá en Colombia eran setecientos mil pesos. Me tocó dárselos porque me iban a quemar la motico, que era mi medio de transporte, mi mercancía. Entonces me tocó dárselo, lamentablemente, y así se la vivía extorsionado a más gente, comenta Giobanny.


Después de este incidente, Giobanny tomó la decisión de realizar una denuncia ante la policía municipal y en la procuraduría. A le semana siguiente fue detenido por estas personas quienes lo amenazaron a punto de pistola como se menciona al inicio de este testimonio. Tras este incidente, Giobanny acudió a la estación de policía con la intención de retirar la denuncia por temor a que estas personas asesinaran a su familia o a él mismo, pues sabía que lo tenían identificado, sabían su domicilio particular, así como las rutas de desplazamiento de su trabajo. Sin embargo, al acudir a realizar esto, le comentaron que no era posible, puesto que ya se había efectuado el procedimiento:


En el 2022, a mediados de octubre, todo se puso más complicado. Me siguieron cerca de mi casa, me tumbaron de mi moto y me aventaron a un carro. Me vendaron los ojos y no sabía a dónde me estaban llevando. Me secuestraron por dos días. Recibí golpizas, humillaciones y un trato indigno para cualquier ser humano: me obligaron a beber mis propios orines y que comiera materia fecal. Me insultaron y constantemente me retiraron que si no quitaba la denuncia la próxima vez me iban a matar sin chistar.

Al día siguiente me metieron a otro vehículo, me pusieron una bolsa y no veía nada. Me aventaron en una carretera desconocida, como puede llamé a mi familia para que me ayudaran. Unos familiares me recogieron, y junto con unos primos tomamos la decisión de seguir el consejo que ya nos habían dado más personas e incluso la Fiscalía y la policía: salir del país. Fue hasta en ese momento que la idea de irnos a Estados Unidos se hizo real y necesaria por el bien de mi familia y el mío.


Fue así como Giobanny y dos de sus primos comenzaron el viaje hacia los Estados Unidos. Su trayecto comenzó en Bogotá, tomando un vuelo a la Ciudad de México, ahí se pusieron en contacto con unas personas que les ofrecieron un servicio para ayudarlos a cruzar la frontera. En Ciudad de México tomaron otro vuelo hacia Hermosillo, ciudad capital del estado de Sonora. Ahí tuvieron que pagar dos mil dólares por persona para que les efectuaran el servicio de viaje, el cual incluía comidas, transporte, hospedaje y su entrada en la frontera con Estados Unidos:


Así funcionan las cosas, uno les paga determinada cantidad de dinero a los llamados “coyotes” y básicamente ellos se encargan de todo: de movernos en camionetas hacia la frontera, hablar con policías para evitar que nos revisen, o incluso pagar cuota a otros grupos que también podrían detenernos. Todo el viaje, desde que salimos de Bogotá hasta llegar a Estados Unidos, duró aproximadamente 4 días.


Ya estando en la frontera México-Arizona, Giobanny comenta que sólo tuvieron que caminar menos de media hora para poder entregarse a inmigración. Menciona que los coyotes mandan un video a su familiares en donde se ve que ya cruzaron la frontera, de esta manera confirman que hicieron bien el trabajo y que las personas transportadas llegaron a salvo a Estados Unidos. De esta forma se crea toda una red de contratación de servicio porque se genera cierta confianza, los contactos se pasan a otras personas, se sabe que sus testimonios son fiables y se recomiendan para llegar a más gente que tiene la necesidad de cruzar hacia los Estados Unidos.


Una vez entregados a inmigración Giobanny y sus primos fueron trasladados a un centro detención pequeño en Arizona en donde permanecieron tan sólo una semana para posteriormente ser trasladados a Stewart Center, en Georgia. Aquí, Giobanny y sus primos estuvieron detenidos durante dos meses y medio: al momento de ser trasladados al otro centro de detención en Georgia nos colocaron esposas y cadenas en pies y manos, como meros ladrones o sicarios. Nos llevaron en bus hasta el aeropuerto. Ahí nos subieron a aun avión que al poco rato tuvimos que abandonar porque estaba descompuesto.


En la evaluación sobre cada caso a mí me tocó con un juez estricto, me pidió entregar todo tipo de pruebas de lo que me pasó en Colombia, justificar esto incluso cada situación con fotos, de forma detallada. Me dijeron que ese juez así es con los latinos, bastante estricto a diferencia de con otras personas de otros países, pero igual hay otros jueces más amables.


Una vez ingresado a Stewart Detention Center, Giobanny menciona que todos los inmigrantes fueron divididos en seis salones grandes de aproximadamente sesenta personas cada uno y en donde había personas de diversas nacionalidades. Comenta que afortunadamente tuvo la posibilidad de trabajar durante su proceso de detención lo cual le ayudó a pagar algunas cosas de consumo personal: yo trabajaba en el aseo de los baños, ganaba tres dólares por hora. Ya con eso mejoraba las comidas, aprovechaba y comía mejorcito porque realmente las comidas ahí en detención eran pésimas. Quizás uno no está acostumbrado, pero a veces la comida era picante y era difícil de comerla.


Por otra parte, Giobanny menciona que las instalaciones y los servicios prestados por el centro de detención son bastante buenos, pues tenían acceso a televisión, áreas deportivas, hornos de microondas, mesas y hasta incluso un PlayStation. Sin embargo, la comunicación fue difícil debido a que la gran mayoría habla inglés y casi toda la comunicación es en este idioma.





Ahí en detención convives con gente de todo el mundo. Incluso hay gente que tiene más de medio año detenida y puedes aprender de su experiencia, algunos te dan tips y consejos para determinadas situaciones. Había gente de Rusia, China, África y de todo América Latina. La convivencia siempre fue buena, gracias a Dios nunca se salió de las manos porque son diferentes costumbres, diferentes razas y culturas.


Lo chinos, por ejemplo, se suben en la taza de los baños, así son sus costumbres, o a veces, por ejemplo, escupían en los lavamanos, en donde uno a veces tenía que lavar alimentos. Hablábamos con ellos y lo comprendían, nos entendíamos todos y llegábamos a acuerdos. Gente muy amable, nada que decir de ellos, los chinos son muy compañeros y atentos.


A su vez, Giobanny menciona que antes de comunicarse con Subversivo tanto él como su primo fueron víctimas de estafa por parte de un grupo de abogados, dichas personas les aseguraron efectuar un procedimiento para lograr su liberación de detención inmigratoria, sin embargo, una vez realizado el pago correspondiente por el servicio, nunca volvieron a saber de ellos nuevamente hasta que salieron de detención:


Cuando eres detenido por inmigración lo primero que te dicen es que tienes que contratar un abogado para que te represente y puedas salir fácilmente. Mi primo y yo contactamos a un grupo de abogados para que nos pudieran ayudar con nuestra situación. Se suponía que iban a solicitar el asilo para nosotros. Cada ocho días nos decían que seguían haciendo el trámite, y así pasaron casi dos meses sin obtener respuesta hasta que dejaron de respondernos. En ese momento estábamos muy molestos y decepcionados. Desistimos seguir intentando.

Afortunadamente, una vez que fueron liberados de detención inmigratoria por Subversivo, Giobanny y su primo entablaron comunicación con el grupo de abogados y amenazaron con poner una demanda por incumplimiento de servicio, de esta manera les fue devuelto el dinero que pagaron cuando estaban detenidos por inmigración: Agradezco enormemente a Subversivo porque realmente apoyaron a mi familia y a mi de una manera que no esperaba. Por un momento creí que iba a pagar una fianza mucho mayor debido al juez que asignaron para mi caso el cuál fue bastante estricto. Gracias a Dios pude cancelar esa fianza a través de ustedes y les doy las gracias nuevamente por ayudarnos a continuar nuestra vida acá en Estados Unidos.


Por el momento Giobanny no cuenta con ningún tipo de apoyo gubernamental para inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos ni tampoco cuenta con un permiso de trabajo. Se ha dedicado al reciclaje para obtener un pequeño ingreso y de esta manera solventar algunos gastos personales: actualmente estoy viviendo en Santa Mónica con mis primos, estamos en espera de tener las próximas audiencias y poder comenzar una nueva vida aquí después de todo lo sucedido, concluye.


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